Las relaciones sociales son esenciales para fomentar el bienestar mental, ya que crean una garantía de apoyo incondicional ante las dificultades que se presentan. En algunos casos, el entorno social merma su intensidad, y las personas se sumergen en un estado de ausencia conocido como la soledad.
Este aislamiento no se considera crítico si es temporal, pero cuando se prolonga a una condición perenne, puede repercutir en enfermedades físicas y mentales irremediables, sobre todo para los adultos mayores.
Es necesario entender a profundidad el concepto de soledad para saber cómo manejarla. Para los adultos mayores, la soledad es una vivencia desfavorable dentro de la cotidianidad. Sin embargo, esta definición varía de acuerdo a salud mental del individuo; una persona puede estar acompañada e igual sentirse solo, mientras que otros sufren por el abandono o una pérdida.
Diversos estudios han determinado que la soledad en personas de avanzada edad produce consecuencias similares al estrés crónico, convirtiéndose en la principal causa de padecimientos como la diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.
La cantidad de personas que envejecen es creciente por un aumento de la esperanza de vida, de acuerdo a distintos estudios demográficos. Esto equivale a un factor de evolución para el índice de desarrollo de un país; sin embargo, esta nueva realidad se convierte en un “problema” para las sociedades que se encuentran en vías de desarrollo.
Crisis económicas y sociales, alteran la cohesión familiar dándoles prioridad a los jóvenes, y desplazando a los ancianos. Esta es una tendencia generalizada, pero no implica que todas las familias entren en este estándar; todo dependerá de los valores inculcados en el núcleo familiar.
Una investigación realizada por la Universidad Pontificia Bolivariana en Colombia reveló que los hombres sufren en mayor medida la crisis de la soledad, luego del fallecimientos de su conyugue; en el caso contrario, el padecimiento se hace menor por el apoyo familiar que recibe, y la fortaleza psicológica de la mujer.
La necesidad emocional de los adultos mayores crece ante la falta de actividad luego de la jubilación; es por esto que al entrar en este proceso de retiro, es importante involucrarlo en una ocupación que requiera poco esfuerzo, pero que mantenga su mente y cuerpo en constante funcionamiento.
Grupos de ajedrez o dominó fomentan la interacción social, y ejercitan el cerebro para evitar la depresión o melancolía.
En una evaluación psicológica a un adulto mayor es indispensable conocer su vida social antes de los 65 años de edad. En la etapa de juventud y adultez, se crean los lazos sentimentales que prevalecerán en el tiempo. Si la persona tuvo dificultad para hacer amistades en este período, será más complejo interactuar socialmente con un grupo de personas sexagenarias.
Esto no impide que se encuentre la solución a esta clase de problemas, solo prolonga las terapias que se necesitan para poder obtener un resultado favorable ante la falta de compañía.