Las necesidades nutricionales no son las mismas a medida que cumplimos años. Y a medida que envejecemos hay que reducir las calorías y potenciar las proteínas, la fibra, el agua, las vitaminas y el calcio de nuestra dieta.
Ninguna persona es igual a otra, cada una llega a esa edad con un estado de salud, una medicación y un estilo de vida diferentes. Pero la edad lleva asociados unos cambios fisiológicos y sociales que afectan en mayor o menor medida a las pautas alimenticias y al estado nutricional. Se pierden piezas dentales y se reduce la salivación, lo que dificulta algo básico como masticar bien los alimentos; se debilitan los sentidos y al tener menos gusto y olfato se reduce el interés por la comida.
Para mantener una nutrición adecuada en esta etapa de la vida, es conveniente tener en cuenta estos cinco aspectos:
- Hacer, al menos, tres comidas en el día: de modo lograr un balance de los nutrientes necesarios a lo largo del mismo. Se ha demostrado que los adultos mayores asimilan una mayor cantidad de nutrientes y logran una mejor nutrición cuando hacen tres comidas en comparación a aquellos que solo hacen dos. 2.
- Elegir alimentos ricos en vitaminas y minerales: durante la tercera edad las demandas de energía y nutrientes cambian porque la absorción de los mismos se ve disminuida. En esta etapa hay un descenso en los niveles de vitaminas C y D, y minerales como el calcio. Es decir que, aunque el requerimiento de energía sea menor en esta etapa, se debe reforzar el consumo de frutas, verduras, hortalizas y jugos naturales como fuentes de vitaminas y minerales.
- Consumir proteínas, grasas y carbohidratos de forma equilibrada: en el adulto mayor suelen producirse modificaciones en el funcionamiento digestivo. Esto se debe principalmente a daños en la dentadura, menor producción de saliva y jugos gástricos, enlentecimiento de la digestión y disminución en la absorción de nutrientes. Sin embargo, en esta como en todas las etapas de vida es importante llevar un balance adecuado de nutrientes, con lo cual no es conveniente que se excluyan grupos de alimentos de la dieta sino, más bien, que se busquen alternativas para aumentar su digestibilidad.
- Evitar comidas rápidas: suele ser un hábito común en ancianos que viven solos el de recurrir a comidas rápidas y alimentos precocidos. Sin embargo, estos suelen ser ricos en grasas saturadas, sal y azúcar. Es por ello que se recomienda evitarlos y que la alimentación esté basada en comidas caseras. Una buena estrategia puede ser prepararlas con antelación y refrigerar o feezar.
- Mantenerse bien hidratado: los ancianos suelen deshidratarse con mayor facilidad dado que el contenido de agua corporal disminuye y se produce un desbalance electrolítico. Es importante en esta etapa mantener una buena hidratación, basada principalmente en agua, pero que también puede incluir jugos naturales, leche, té y yogurt.