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Cambios de la vida sexual en la vejez

El acto sexual es una de esas funciones físicas que se subestiman con los años. Las personas que ven a un adulto mayor no se imaginan siquiera que pueda tener relaciones sexuales, y este deslinde de ideas se debe a las limitaciones que los ancianos pueden tener después de los 70 años.
En esta etapa de la vida la sexualidad se transforma. La virilidad, en el caso del hombre no cesa; sólo disminuye. Pero en este tema no se aproximan las suposiciones, ya que existen diversos factores culturales, físicos y psicológicos que definen la sexualidad de una persona.
Si una mujer, es su juventud, estuvo desinteresada en el sexo como medio de disfrute, en la edad adulta esto se agudizará tras la excusa de la edad; mientras que una persona que fue sexualmente activa no cambiará su condición a menos que el cuerpo se lo impida.
Los cambios radican en la concepción de coito y el placer. En la juventud existe una correlación entre el disfrute y la consumación del acto sexual, mientras que en la vejez el sexo tántrico es efectivo.
Este tipo de técnica invoca el uso de los sentidos, más que a los genitales. Las sociedades occidentales sostienen la creencia de que la sexualidad es igual a la genitalidad, es decir expresar deseos por medio de los órganos sexuales exclusivamente.
El sexo tántrico demanda susurros al oído, cariño, placer del contacto corporal, comunicación efectiva, y sobre todo, el acogimiento del ser querido. El amor de un hijo o de un nieto es un tesoro preciado para la mayoría de los adultos mayores, pero no se compara con el sentimiento que genera mantener una pareja después de los 60 años.
Además, la fase de reproducción se descarta por selección natural, y se abre paso al placer intrínseco. Sin embargo, el problema no será la edad, sino las condiciones que afecten a ese adulto mayor.
Los cambios fisiológicos del adulto no son unidireccionales; cada función corporal se deteriora a su ritmo, y la sexualidad es una de las que más perdura. Pese a que los cambios hormonales en ambos sexos reduce la empatía sexual, está no se pierde del todo, porque siguen sintiendo.
En los dos casos los tiempos de excitación expresada físicamente se tarda más en manifestarse; pero las afecciones médicas son el mayor de los problemas. También el cambio psicológico hacia su aspecto o hasta de sus propias limitaciones, le impiden disfrutar del sexo a plenitud.
En esta faceta, aunque suene contradictorio, la experimentación es clave. En teoría, las rutinas suelen funcionar mejor para las personas que no desean cambiar, pero la transformación llega sin tocar la puerta y sólo queda adaptarse.
La percepción del ser humana y sus facetas se triangulizan por edades. Estas etapas se correlacionan con cada ciclo de vida; es decir, pasamos de la edad sexual, a la edad corporal, para finalizar en la mental. Las fases del hombre pueden determinar las actitudes sexuales de acuerdo a sus necesidades o aquello que realmente lo satisfaga.
Esta teoría podría consolidar la idea de que el adulto mayor disfruta su sexualidad de acuerdo a sus requerimientos y estímulos sensoriales, más que de sus genitales.

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