Si empieza a sentir dolor por hacer movimientos tan comunes como cerrar la mano o caminar con una molestia en la rodilla, debe considerar que está en la fase inicial de la artrosis. Este síndrome ataca las articulaciones, generando un estado de dolor intensificado gradualmente por factores externos o el paso del tiempo.
La clave para mejorar la calidad de vida de aquellos que inician los síntomas de artrosis se encuentra en su detección temprana, pero se debe tener en cuenta que no existe una cura para erradicarla; sólo se presenta una lista de recomendaciones terapéuticas para aliviar las molestias o disminuir la incidencia de sus efectos.
Los fármacos, tratamientos fisioterapéuticos y citas para la rehabilitación podrán evitar una posible intervención quirúrgica. Esta última opción se toma cuando el paciente tiene frágil y extremadamente debilitado el cartílago, principal componente de las articulaciones.
Esta enfermedad crónica afecta principalmente las manos, los pies, rodillas y caderas, partes fundamentales del movimiento corporal; por eso suelen estar mucho más dañadas que cualquier otra zona. El indicador más revelador que se manifiesta en la fase dos de la artrosis es el dolor en las articulaciones, que suele confundirse con la molestia de un mal movimiento.
Las acciones mecánicas del cuerpo no deberían causar dolor, pero si esto llega a ocurrir préstele total atención, antes de que empeore la situación. La segunda señal, y síntoma de que la enfermedad sigue progresando es la rigidez en los miembros afectados.
Esta manifestación, sumado al dolor, hace más difícil llevar a cabo ciertas prácticas rutinarias como abrir la puerta con la manilla o sostener algo por un tiempo determinado; si la afección se genera en la parte inferior del cuerpo, puede provocar la inmovilidad de las extremidades o causar molestias al caminar.
Los crujidos y la deformación es una de la etapas más difíciles de cualquier adulto que sufra esta enfermedad asociada generalmente con la edad, pero existen otros factores que propician la aparición de las dolencias articulares como los ejercicios de alto rendimiento o una actividad laboral que genere una sobrecarga articular (un obrero o una peluquera).
Las causas son diversas, pero las más representativas son la edad, el sexo y la genética. Las mujeres de más de 50 años son las víctimas de esta afección que trastoca su ritmo de vida y transforma su rutina.
Las personas deben crear un hábito saludable desde la juventud para prevenir los efectos tan limitativos de la artrosis. Desde comer de forma balanceada para prevenir la gordura, hasta evitar las cargas pesadas, que sobrepasan nuestras capacidades.
Existen ungüentos que alivian el dolor de las articulaciones con un compuesto a base de alcanfor, mentol y eucalipto; estas fórmulas estimulan las terminaciones nerviosas e inhiben las señales del dolor que las neuronas envían al cerebro.
En el caso de tener la enfermedad en la cadera o en las rodillas, la molestia se puede aligerar con una muleta o bastón, ya que la fuerza se direcciona hacia el eje del nuevo apoyo.