Existe la falsa creencia que amar es para los chicos, y la verdad es que el deseo de amar es una condición innata en los seres humanos en cualquier momento de la vida, la etapa de la vejez no queda al margen.
En la tercera edad el amor se convierte en compañía, risas, compartir recuerdos, buenas lecturas, paseos y hasta una buena película.
Durante la juventud el cariño se confunde con pasión, en la mayoría de los casos recibe toda su fuerza del impulso instintivo. Más que amor es un deseo corporal o sentimental que busca al otro para sentirse feliz, pero casi nunca busca la felicidad de su pareja, sino la propia.
Pasada la juventud, el afecto suele volverse más maduro y se es capaz de amar de verdad a la persona que hemos escogido para compartir nuestra vida, porque entonces ya no es tan fácil que seamos dominados por la pasión ciega o el romanticismo exagerado.
Con el pasar de los años se aprende a compartir también la enfermedad, los achaques, las despedidas de los hijos, la muerte de amigos, en fin, la progresiva disminución de actividad e incluso de fuerza. Envejece el cuerpo, pero el alma se mantiene joven, el contacto, la palabra y la ternura ganan importancia en la tercera edad, las caricias recobran mayor valor en ambos sexos.
Te recomendamos, hacer cosas distintas y gratificantes juntos, de esta manera construirás recuerdos de experiencias positivas para esa etapa. Actividades como bailar, pintar, viajar ejercitarse, cocinar, pueden hacerse en compañía y disfrutarlas juntos… ¡mucho más si todavía perdura el amor!
