Puede resultar inspirador que una persona de la tercera edad participe en maratones y pruebas de running urbano. Se sabe que estas prácticas aportan numerosos beneficios para la salud física y mental de la persona en todas las etapas de su vida, incluida en la vejez, cuando hay una gran cantidad de cambios en el cuerpo, como los trastornos cardiovasculares y la reducción de la masa corporal magra.
Ahora, transcurridos un promedio de 60 años de vida, es cuando a causa de estos cambios fisiológicos, la atención al momento del entrenamiento debe ser redoblada.
El trotar largas distancias, así como otros ejercicios físicos, ayudan a mejorar la capacidad aeróbica, la ganancia de músculo, el control de la glucosa en sangre, la reducción de peso y el control de la presión arterial en reposo, además de mejorar la autoestima, pero lo recomendable es realizar las rondas de entrenamiento en base a los resultados de las evaluaciones médicas, para que los ejercicios sean planificados e individualizados.
Están quienes optan por hacer running para combatir los efectos de un estilo de vida sedentario, que incluye presión arterial alta, niveles altos de colesterol y triglicéridos totalmente fuera de control. Los ejercicios, a lo largo de la vida, siempre traerán beneficios para la salud del cuerpo en general, siempre y cuando se hagan con responsabilidad; y en la tercera edad los controles suelen ser mayores.
Los cardiólogos con los especialistas que lo ayudarán a determinar determinados parámetros para realizar actividad física, que entre sus beneficios, genera una acción importante en la función pulmonar. Están los casos de quienes prefieren correr y hasta dejan los cigarrillos.
Existen, por supuesto, atenciones que no se pueden tomar a la ligera. A pesar de la mejora en la calidad de vida, a la hora de entrenar, los mayores deben tener en cuenta que su cuerpo ya no es el mismo. A ello se suma, por ejemplo, que entre los 55 y los 70 años, hay una disminución del 30-40 % en la fuerza muscular, lo que explica la reducción de la masa corporal magra y la altura, y la disminución del poder y la fuerza.
Además, destaca la importancia que las personas mayores deben tener con el cuidado de la amplitud de movimientos durante la carrera, ya que en esta etapa las personas tienen articulaciones limitadas que obstaculizan el desarrollo de los movimientos de gran amplitud.
Cada día cobran más protagonismo los maratones y ya con regularidad se encuentran personas de todas las edades, incluidas, por supuesto, las de tercera edad, que encuentran en esta actividad una manera de motivarse a cuidar su salud. Principalmente porque para ello se requieren jornadas de entrenamiento, cuya intensidad dependerá del grado de competitividad que se tenga consigo mismo durante el maratón.
El running, como deporte, ya se ha transformando en un estilo de vida para siempre; y correr en la tercera edad es un gran desafío y físicamente una exigencia cada vez más dura, aunque la satisfacción personal de correr y participar es alta.