Hombres y mujeres trabajan la mayor parte de sus vida para asegurar la estabilidad económica de sus familias y una jubilación placentera, pero distintos factores impiden que lleguen cómodamente a la vejez soñada.
Trabajar en la tercera edad dependerá de aquellos hábitos de la juventud y otros eventos que no se pueden manejar. Si ahorró lo suficiente, tendrá una vejez tranquila asegurada, mientras que los problemas financieros aparecerán por deudas, quiebras, o malas decisiones.
Sin embargo, existen personas que no tienen deudas significativas y desean seguir labotando; este tipo de comportamiento es positivo para la salud en general, ya que si se llega a disminuir el rendimiento cognitivo tras una jubilación se dañará el cerebro, un músculo que debe ser ejercitado como cualquier otro.
Las relaciones sociales y afectivas se incrementan significativamente gracias al trabajo. En este caso se debe evitar el aislamiento y la depresión que puede generar no hacer “nada”, y la clave es seguir “lubricando” las neuronas con actividades que requieran pensamientos complejos.
Ser útil y productivo son algunas de las aspiraciones de los adultos mayores; para esto es necesario que la familia se encuentre presente en este proceso, apoyando su motivación. Asignarle una tarea de gran responsabilidad creará un rol que le otorgará confianza y ganas de seguir adelante.
Algunas de las aptitudes que se forjan con estas rutinas son la comprensión de información, memoria y retención, atención, planificación, integración del espacio y ejecución. Estos aspectos simbolizan el engranaje que revela una actuación coherente del individuo en cualquier actividad.
Esto no debe ser sinónimo de esclavitud o de obligación al deber. En esta etapa, el adulto debe decidir qué camino desea tomar. Si quieren gozar con su jubilación y se les ve complacido con su forma de vida, es mejor no intervenir.
En cambio, si percibe que la persona está deprimida luego de aceptar su jubilación, deberá considerar las actividades recreativas- distintas al trabajo- como una opción.
También debe tomar en cuenta sus habilidades de acuerdo a sus limitaciones. Los trabajos que se recomiendan no entran en la categoría de carga pesada, pero tampoco de agotamiento y fatiga mental. A esta edad es más valiosa una remuneración emocional, que será acompañado con actividades físicas y mentales que sean practicadas de forma constante.
Más allá de convertirse en una jubilación, esta etapa debe ser considerado como un cambio de etapa, como las que sufren los adolescentes al entrar a la universidad. Los adultos mayores estarán dispuestos a trabajar mientras su mente funcione adecuadamente.
Si el adulto mayor no desea trabajar, es posible que desee realizar alguna actividad de su interés como sembrar bonsái, leer libros pendientes de su adultez, esforzarse por ser el campeón de ajedrez de la cuadra, o ser el rey del grupo de salsa. Para cualquiera de estas opciones, sólo es necesario un poco de apoyo y compresión.